[spa] La Enfermedad de Hígado Graso no Alcohólico (non-alcoholic fatty liver disease,
NAFLD) es una patología compleja y multifactorial definida como la presencia de
esteatosis en un 5% de los hepatocitos sin que esté presente un consumo abusivo de
alcohol. Se ha convertido, poco a poco, en un problema de salud que involucra a otros
órganos, además del hígado, y varias vías reguladoras. Esta enfermedad tiene una
prevalencia de un 30%, aunque es aún mayor en pacientes que sufren alguna de las
patologías asociadas al síndrome metabólico. Esta afección puede progresar desde
una esteatosis simple hasta cirrosis o, incluso, carcinoma hepatocelular. El
diagnóstico se hace mediante diversos métodos siendo el principal la biopsia, aunque,
dado que esta es invasiva y no puede realizarse en una población amplia, actualmente
se utilizan los índices relacionados con hígado graso para discernir a las personas
sanas de aquellas que presentan riesgo de sufrir la enfermedad. Estos índices han
demostrado la eficacia de la dieta mediterránea como intervención frente a esta
enfermedad. El objetivo de esta revisión es tratar la relación de la NAFLD con la dieta
y ver como cambios en esta pueden afectar al riesgo de desarrollo y a su progresión.
Pacientes de NAFLD que siguen este patrón dietético presentan disminuciones en el
índice de hígado graso (fatty liver index, FLI), el índice de masa corporal (IMC) y el
perímetro de la cintura; factores de riesgo para el desarrollo de varias enfermedades
metabólicas. Por otro lado, el consumo de fructosa y sacarosa proveniente de frutas
se ha relacionado con una disminución del 13% del FLI.