[spa] Mallorca ha sido, a lo largo de la historia, un punto estratégico clave en el Mediterráneo Occidental. A partir del último tercio del siglo XIX, nuevos avances tecnológicos aplicados a la construcción naval y a la artillería que portaban los barcos de guerra condicionaron algunos cambios importantes en la estrategia de defensa de la isla. La defensa desde las murallas de la ciudad devino obsoleta, y fue necesaria la creación de nuevos fuertes capaces de albergar artillería defensiva para que las naves de un hipotético adversario pudieran ser batidas antes de su fuego pudiera alcanzar la ciudad. En una primera fase se crearon fuertes a ambos lados de la bahía de Palma, cada vez más alejados de la capital. Estas construcciones recibieron nuevos impulsos durante las situaciones de crisis, tales como la guerra hispano-norteamericana de 1898 o durante la Primera Guerra Mundial. Durante la Guerra Civil, a resultas del fallido desembarco del capitán Bayo, resultó evidente que era necesario proteger las zonas susceptibles de un desembarco no solo en la bahía de Palma, sino en otros puntos vulnerables de toda la isla. Todas estas zonas fueron cubiertas por una red de emplazamientos artilleros que, teóricamente, proporcionaban una protección integral de las costas. Estas defensas se mantuvieron e incrementaron durante la Segunda Guerra Mundial, ante la posibilidad de intervención de algunas de las potencias contendientes. La cuestión planteada es hasta qué punto estas defensas hubieran podido resultar eficaces en la defensa de la isla ante un intento de invasión durante todo el período analizado, si los medios utilizados hubieran tenido la capacidad suficiente para repeler a una flota enemiga o si en realidad se trataba de una defensa testimonial cuya función era de carácter disuasorio.