[spa] Chile se ha transformado en un país receptor de migración regional, producida
dentro de un espacio delimitado y dotado de cierta homogeneidad (Moreno,
2013) y donde se comparten ciertas características, entre estas, el idioma. El
hecho de compartir la misma lengua se conoce como migración homoglósica.
Esta migración incluye niños, niñas y jóvenes en edad escolar (Stefoni et al.,
2010), promoviendo mayor heterogeneidad del alumnado dentro de las
escuelas (Poblete, 2018).
Lo anterior, obliga a que el trabajo educativo reconozca, valore y acoja la
diversidad cultural, étnica, socioeconómica, de nacionalidad, religión o género
de cada miembro de la comunidad (Dovigo, 2017).
Diversos estudios han abordado el tema de la diversidad en el aula (Bustos y
Mondaca, 2018; Alvarado y Urbina, 2020; Pérez et al., 2021). Sin embargo, por
tratarse de procesos migratorios protagonizados por personas que comparten
la lengua castellana, existe una brecha en el abordaje de la ocurrencia de
variables lingüísticas presentes en el ámbito escolar, particularmente en
Latinoamérica y en regiones de frontera, pues el idioma es uno de los
portadores de identidad nacional más importantes (Mištinová, 2010), el cual
debe ser reconocido en el contexto educativo, sin tomar actitudes
sancionadoras ni censuradoras en las expresiones orales y escritas del
alumnado (Cisneros, 2016).
Este estudio preliminar abordó la manera en que las variantes y variaciones
lingüísticas influyen en las características que asume la inclusión educativa de
estudiantes migrantes, en una región de frontera. Es por esta razón que, a través de un enfoque cualitativo de corte etnográfico, basado en entrevistas
en profundidad (individuales y grupales) a estudiantes migrantes, encargados
técnicos y docentes, se logra identificar nudos críticos que permiten describir
la relación entre la realidad lingüística y la educación intercultural.