[spa] Los programas para el fortalecimiento de las familias y la mejora de la
competencia familiar favorecen la adopción de un estilo de relación familiar
basado en la comunicación positiva, la afectividad, el establecimiento de
límites y reglas familiares, entre otras variables que definen el funcionamiento
familiar positivo y la resiliencia familiar (Fosco, et al., 2012; Van-Ryzin et al.,
2016; Vermeulen-Smit et al., 2015). Trabajando sobre las mismas se mejora el
vínculo familiar al tiempo que se disminuye el grado de conflictividad familiar.
De este modo, chicas y chicos adquieren mayor nivel de conocimientos y
competencias a la hora de afrontar situaciones de riesgo (toma de decisiones
y estrategias de afrontamiento), las cuales se incrementan con la entrada en
la adolescencia –influencia del grupo de iguales, primeros contactos afectivos
y sexuales, mayor nivel de exposición a materias potencialmente adictivas,
entre otros riesgos vinculados a esta etapa evolutiva- (Orte et al., 2019; Valero,
2019). En este enfoque de la competencia familiar, más allá de la parentalidad
positiva, no sólo se trabaja con madres y padres, sino también con las hijas e
hijos, así como con el conjunto de las familias, en lo que se denomina enfoque
o estructura multicomponente.