[spa] Los procesos infecciosos constituyen una causa mayor de morbimortalidad, tanto en el
mundo desarrollado como en los países en vías de desarrollo, y requieren importantes
recursos para su tratamiento. Los objetivos de la terapéutica antiinfecciosa están
actualmente bien definidos: los agentes antimicrobianos deben prevenir o curar las
infecciones evitando provocar cambios en la ecología bacteriana, desarrollar
resistencias y/o producir efectos adversos. La eficacia de los tratamientos está
condicionada por factores etiológicos y farmacológicos así como por la situación
clínica de los pacientes, y la utilización inadecuada de los agentes antimicrobianos
puede comprometer la eficacia y seguridad de un tratamiento favoreciendo el
desarrollo de resistencias. Para mantener el potencial terapéutico de los agentes
antimicrobianos es preciso evitar los tratamientos innecesarios, mejorar la calidad de
la prescripción y favorecer su cumplimiento.
Existen datos que evidencian altos índices de terapias antimicrobianas inadecuadas,
tanto en el caso de pacientes hospitalizados como en el medio ambulatorio. Un estudio
realizado en el año 1998 en los Estados Unidos mostró que, de 41 millones de
prescripciones ambulatorias de antimicrobianos para infecciones del aparato
respiratorio superior, un 55% se consideraron inapropiadas1
. Por otra parte en los
pacientes hospitalizados, entre un 25 y un 50 % de las prescripciones antibióticas se
consideran inadecuadas2-6, y aumenta hasta un 65% en el caso de antibióticos vía
parenteral7;8. El uso inadecuado de antimicrobianos tiene consecuencias a tres niveles:
para el propio paciente, en el ecosistema favoreciendo la selección de cepas
resistentes, y en el ámbito económico9
.
Por otra parte, la prescripción de antimicrobianos supone hasta un 25% de todas las
prescripciones10, y puede llegar a suponer hasta el 50% del presupuesto de
medicamentos de un hospital11. Una proporción significativa del coste de
antimicrobianos en un hospital es debida al uso de costosos antibióticos parenterales
de amplio-espectro, cuya prescripción es, como se ha mencionado, a menudo
inadecuada.
Por ello no es de extrañar la insistencia en realizar una prescripción de
antimicrobianos correcta, y que este área sea un objetivo importante cuando se
plantea una mejoría en la terapéutica farmacológica, especialmente en este momento
en el que los servicios de salud de las comunidades autónomas están sufriendo un
proceso de reorganización para intentar, de forma simultánea, mejorar la calidad de la
asistencia al paciente y reducir los costes de la misma.
Entre los progresos que se han producido en el tratamiento de las enfermedades
infecciosas figuran los nuevos antibióticos con elevada actividad, mejores
características farmacocinéticas y un excelente perfil de tolerancia y seguridad. Su
utilización puede suponer un incremento del gasto aunque la relación coste/efectividad
puede resultar favorable. Desde un punto de vista farmacoeconómico cuando se
consideran nuevas alternativas terapéuticas es preciso valorar las características
siguientes: efectividad empírica o dirigida frente a infecciones, perfil de seguridad,
posibilidades de monoterapia, vías de administración disponibles y pautas de
dosificación, posibilidad de tratamientos secuenciales, potencial de interacciones,
grado de cumplimiento y precio de adquisición.
Este ha sido el estímulo que ha llevado a que diversos organismos profesionales y
sociedades científicas hagan hincapié en la necesidad de mejorar el uso de
antimicrobianos en los hospitales12;13, haciendo énfasis en alcanzar una terapéutica de
calidad y coste-efectiva14;15
.
Son muchos los programas que se han diseñado para intentar mejorar el uso de los
antimicrobianos, contener sus costes y disminuir las resistencias bacterianas. Las
diferentes estrategias destinadas a la racionalización de su utilización pueden
clasificarse en ocho tipos diferentes16:
1. Programas educacionales
a. Información directa al responsable de la prescripción
b. Información retrospectiva (verbal, escrita)
2. Formulario de antimicrobianos restringido
3. Justificación al Servicio de Farmacia
a. Sin consulta con el especialista en enfermedades infecciosas
b. Con consulta con el especialista en enfermedades infecciosas.
4. Terapia Secuencial
5. Programas de recomendación antibiótica desde microbiología
6. Estrategias de compra
7. Programas informáticos con sistemas expertos de decisión terapéutica
8. Programas multidisciplinares
La educación a los médicos responsables de la prescripción debe ser el objetivo
principal de todo programa dirigido a mejorar la utilización de antimicrobianos, y
aunque ha sido el método más utilizado, todavía hoy no existe un acuerdo claro sobre
cuál sería el programa educacional ideal. En unos casos se utiliza una interacción
directa con el médico que realiza la prescripción cuando esta se produce, y en otros
casos la educación se realiza de forma retrospectiva tras una revisión posterior de sus
prescripciones. Su mayor problema reside en la necesidad de que, para conseguir un
efecto mantenido en el tiempo, estos programas necesitan ser realizados de forma
continuada. Por ello, es importante combinar otras estrategias de control para
conseguir una adecuación justificada de recursos.
No obstante, no todas las estrategias anteriores han demostrado ser igualmente
eficaces y aceptadas. Algunas de ellas, como son el formulario de antimicrobiamos
restringido y la aprobación por parte del Servicio de Farmacia (con consulta o no a un
médico especialista en enfermedades infecciosas) pueden provocar, a la larga, un
resultado contrario al deseado, siendo mejor aceptadas las políticas menos
dictatoriales que eviten posibles discrepancias. Otras, como son las estrategias de
compras y los programas de recomendación antibiótica desde microbiología, carecen
de estudios que relacionen el coste con la eficacia de dichos métodos.
Los programas de Terapia Secuencial (TS), que se describen en el apartado siguiente,
han sido ampliamente utilizados en los últimos años y aunque, en determinados casos,
es difícil analizar la relación que existe entre el coste y la eficacia de estos programas,
en general pueden admitirse sus buenos resultados en el control del gasto de
antiinfecciosos. De hecho, aunque presenta otras ventajas importantes como se verá
más adelante, han sido principalmente las razones farmacoeconómicas las que han
motivado que, durante la pasada década, estos programas hayan sido ampliamente
aceptados en todo el mundo17-21
.
Además de los métodos tradicionales educacionales y de control para promover la
correcta utilización de antibióticos, la TS se ha propuesto como un posible mecanismo
que puede tener repercusión directa en la disminución del gasto en antiinfecciosos en
el ámbito hospitalario, sin afectar a la efectividad clínica del tratamiento.
Aunque existen bastantes estudios que han demostrado la eficacia de la TS, pocos
incluyen una intervención farmacéutica en su diseño, y en la mayoría de ellos dicha
intervención se realiza de forma indirecta e indiscriminada, enviando una hoja
informativa al prescriptor al tercer día de tratamiento, independientemente de si los
pacientes son o no candidatos a TS. Los estudios que evalúan una intervención
directa en pacientes candidatos a TS contactando personalmente con el médico
prescriptor, son escasos, lo que justifica la realización de este trabajo.