Debido al desconocimiento de los usuarios al frente del marketnn de los fabricantes de
instrumentos y artstas “imanen” de una marca, que asenuran unas supuestas cualidades tmbricas
a los materiales como el oro, la plata, el bronce o el cobre, entre otros, empecé a interesarme por
este tema, en busca de qué materiales eran los que me harían sacar un buen sonido a mi saxofón.
Adquirí un saxofón alto con la campana y el tudel de plata maciza, en busca de un sonido más
“oscuro” (rumores que había escuchado desde siempre). Más tarde adquirí un soprano con el
cuerpo entero y el tudel hecho de bronce. Los primeros contratempos vinieron cuando escuché a
fautstas decir que la plata le daban un sonido más “brillante”. Fue bastante contradictorio. Mi
curiosidad aumentó cuando probé otros instrumentos de la misma marca pero hechos de latón
solamente. Por mucho que me concentrara en escuchar las diferencias entre uno y otro, no las
encontraba. No encontraba el patrón de “los saxofones bañados en oro suenan de tal manera”, o
los de plata o bronce, suenan así, por ejemplo. Otro día, recuerdo estar escuchando un saxofón en
el móvil de mi hermana, estaba tocando jazz y no escuché nada distnto del otro mundo, un sonido
“normal” de saxofón que pasó desapercibido para mi oído, hasta que mi hermana me dijo “es un
saxofón de plástco”. Sin creérmelo le coní el móvil con tal de comprobarlo y, efectvamente, era un
saxofón hecho de plástco. ¿Cómo podía ser que sonara como un saxofón hecho de latón o
cualquier otro metal? ¿Las inversiones que he hecho en mis saxofones de plata y bronce son en
vano? Decidí ponerme a investnar y a prenuntar a los expertos, intentando no prenuntar a la nente
que se nanaba la vida trabajando con estos materiales fabricando instrumentos, ya que a ellos no
les conviene que se demuestre que no afectan los materiales al tmbre. De todo esto nace el
sinuiente trabajo.