[spa] Los jóvenes en dificultad social son especialmente vulnerables frente a las transformaciones sociales. Las situaciones que motivan la actuación protectora del sistema de protección son las mismas que condicionan su proceso de adaptación a las demandas laborales y sociales. La emancipación anticipada supone un reto político, social y profesional, dado que los tiempos de preparación del proceso de transición a la vida adulta son más reducidos en la juventud con medida administrativa que en el caso de jóvenes que no están en dificultad social (Ballester, Caride, Melendro y Montserrat, C., 2016; Gradaille, Montserrat y Ballester, 2018). Desde la perspectiva de los profesionales de la intervención socioeducativa, este cambio contextual y los nuevos retos sociales explican la existencia de necesidades formativas en constante adaptación, a las que cabe dar respuesta dotándoles de estrategias para intervenir en situaciones diferenciadas (Fernández-Simo y Cid, 2018). Investigaciones recientes (Longás, Cussó y Parcerisas, 2018) continúan destacando cómo lo vivenciado por la infancia, durante el itinerario de exclusión, tiene consecuencias en la cuestión emocional, incidiendo posteriormente en su inclusión social y escolar. En este sentido, en los procesos de acompañamiento socioeducativo, uno de los principios pedagógicos principales es establecer vínculos con las personas participantes (Úcar, 2018). La confianza y el clima relacional son factores determinantes en la estrategia de participación (Fonseca y Maiztegui-Oñate, 2017) y la relación con los equipos educativos y los referentes influye en la consecución de las metas educativas (Moreno, Díaz, Cuevas, Nova y Bravo, 2011). Mientras tanto, estudios como el de Dirks, Treat y Weersing (2007) muestran que los estilos relaciones inapropiados favorecen procesos de exclusión social. En este contexto, los profesionales deben hacer frente en su trabajo diario a retos de una elevada complejidad: generar un clima de confianza agradable, ser capaces de mantener la atención y la cohesión grupal, mostrar empatía e inteligencia emocional, etc. Para ello, precisan de una especialización que facilite la construcción de estrategias socioeducativas adecuadas (Amer y Vives, 2013; Triana y Rodrigo, 2010).