La historiografía sostiene la idea de un azote corsario musulmán incesante contra el litoral de la Monarquía hispánica durante el siglo XVI. Un estudio centrado en Baleares propone matizar esta visión, destacando que la verdadera amenaza fue un pequeño corso que no fue constante, ni tampoco incontestable. Las islas no respondieron conjuntamente a esta amenaza, pero sí mejoraron sus defensas según la estrategia defensiva hispana, reforzando con el apoyo de la corona los mecanismos tradicionales con elementos artillados y fortificados, triunfando un planteamiento terrestre, pero no exclusivamente estático. Las defensas fueron más efectivas de lo que se ha admitido, forzando a los atacantes a retirarse en muchas ocasiones. Pero tampoco fueron infalibles, puesto que los corsarios capturaron a numerosos isleños.