Los testimonios orales en general, y los de los antiguos alumnos en particular, han sido usados en estudios histórico-educativos recientes, evidenciando su potencial como fuentes para historiar la cultura y las prácticas escolares. Pero más allá de sus valiosas prestaciones en la investigación histórica, creemos que estos testimonios deben reivindicarse también como patrimonio inmaterial de la escuela, con amplias posibilidades tanto para la didáctica como para la historia pública. En este artículo presentamos un estudio de caso enmarcado en una tesis doctoral, la cual se usará como ejemplo para evidenciar las prestaciones patrimoniales vinculadas al testimonio de los antiguos alumnos.