[spa] Hoy parece existir un consenso casi unánime en subrayar dos ideas: que no solo es importante lo que dicen las normas sino lo que consiguen y que, por tanto, es necesario conocer el comportamiento de los destinatarios de las normas para ver si estos se acomodan a sus previsiones. Para abordar estas premisas, habremos de estudiar en qué consiste la mejora regulatoria en la administración pública. Se analiza, pues, cómo se regulan los principios de buena regulación aplicables a nivel estatal, autonómico y local y qué herramientas se disponen para la consecución de normas de calidad que sirvan de garantía de eficacia y eficiencia de su actividad pública, para así poder, finalmente, concretar de qué manera dichos principios operan en el proceso normativo de las entidades locales. En concreto, dedicaremos especial atención a la ciudad, porque es precisamente ella quien tiene que ofrecer respuesta a los cambios sociales, a la emergencia climática y a las nuevas realidades mediante su potestad regulatoria (como la declaración de zonas de mercado residencial tensionado o la limitación de pisos turísticos). Todo ello nos permitirá ahondar en un tema fundamental en la actualidad: cómo garantizar no sólo la calidad institucional del ordenamiento jurídico de la ciudad sino, sobre todo, la mejora de la vida y el bienestar de los ciudadanos en tanto destinatarios directos de sus normas reglamentarias.