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Es de sobras conocida la necesidad de la Filosofía por justificar su actividad
ante el resto de la sociedad. El origen de la cuestión es tan antiguo como la
misma Filosofía, ya que ésta no “produce”, en el sentido material de la palabra,
nada. Son muchos los que han tachado a esta actividad de ociosa y/o inútil,
pero también son muchos los que defienden su utilidad, como una necesidad
no sólo de la sociedad en su conjunto, sino de cada individuo. Más aún, ante
los ataques que está recibiendo con la nueva reforma educativa.
Pero, como veremos, la utilidad de la Filosofía va más allá de lo puramente
económico o material, su riqueza se encuentra en el espíritu del que se deja
deslumbrar por su sabiduría, una sabiduría heredada con miles de años de
tradición. La Filosofía nos hace crecer como personas, nos enseña a pensar
libremente, a ponernos en el lugar del otro, nos prepara para la vida y nos
prepara para la muerte, entre muchas otras de sus utilidades. Por ello, es
necesario que defendamos la continuidad de esta actividad, sobre todo en los
centros de enseñanza, ya que por las manos del profesor pasan los futuros
médicos, ingenieros, abogados, policías, amas de casa, obreros, etc. Ellos son
el futuro y debemos poner a su disposición todo el conocimiento adquirido
durante siglos para que vivan como ciudadanos libres.
Los beneficios que tiene la Filosofía en la educación son múltiples, entre ellos,
nos enseña a pensar con claridad, a argumentar nuestros razonamientos y a
entender la Historia. Por ello, mi propuesta irá dirigida a defender la
interdisciplinariedad que caracteriza a la Filosofía, para proponer un modelo de
educación que vaya más allá de la especificidad de las materias del sistema
actual. |
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