No es hasta la década de los 70 cuando empieza a plantearse la necesidad de desarrollar técnicas complejas y programas multicomponentes con el fin tratar de forma sistemática a aquellas personas expuestas a experiencias traumáticas (Paton, Violanti y Dunning, 2000; Sthulmiller y Dunning, 2000a). De entre todas las técnicas desarrolladas para tal fin, hay una que ha alcanzado la máxima difusión y, desde su creación a comienzos de los años 80 hasta hoy, se alza como la herramienta más utilizada en este tipo de intervenciones. (Vera, 2005: 1)
Originalmente, el debriefing designaba un procedimiento preciso, practicado en el ejército americano después de un combate o de una misión, que debía ayudar a los soldados a superar sus reacciones y a volver rápidamente al frente o a misiones posteriores. Más adelante, el debriefing se ha revelado como una medida preventiva voluntaria contra la traumatización secundaria (traumatización por rebote) y contra el burn-out, utilizándose al principio por algunos cuerpos de policía y conductores de ambulancia (Mitchell, 1993. En: Gisela Perren-Klingler, 2003.) (Rey, 2004: 13)
Dicha técnica, conocida como CISD (Critical Incident Stress Debriefing), fue ideada por Jeffrey Mitchell en 1983 como parte de su teoría general sobre intervención en crisis y desastres naturales, en principio como un programa destinado a reducir el estrés en el personal de servicios de emergencia (Mitchell y Everly, 2000). Para desarrollarla, se basó en el modelo de intervención de la psiquiatría militar, que utilizaba un método similar para la rehabilitación psicológica de los soldados en el frente desde la Segunda Guerra Mundial. (Vera, 2005: 1)