El agomiento residencial a parte de una medida de protección, ha sido
considerado durante muchos años como una alternativa a la familia. La relación
entre los centros de acogimiento residencial y las familias de los niños que allí
residen, a menudo suele reducirse a contactos teléfonicos, sin una intervención
planificada. Añadir que la falta de recursos de intervención familiar dificulta que
se lleven a cabo programas de reunificación familiar y esto conlleva
consecuencias como la de que las familias dejan en manos de las instituciones
públicas la responsabilidad de la educación y la atención de estos menores.
Las familias muchas veces creen que este tipo de contacto en períodos tan
cortos es suficiente para demostrar su preocupación e interés. En muchas
ocasiones los centros de menores cuando asumen la tutela del menor ejerce
funciones parentales dejando en un segundo lugar a los padres e impidiendo
una coparentalidad entre el centro y la familia. Para que la reunificación sea
una alternativa viable, la relación entre padres e hijos debe mantenerse
mientras están físicamente separados, esto requiere en primer lugar, que las
visitas entre padres e hijos sean tan frecuentes como sea posible, y que se
reduzcan al mínimo los argumentos o excusas para limitarlas. Será preciso que
los profesionales vean a los padres como tales, y que se relacionen con ellos
como padres, no como gente defectuosa que debe tomarse una licencia de su
función de padres para poder enfocarse en sus propias necesidades.