Entender al individuo, su funcionamiento y perspectivas solo es posible si comprendemos también la institución familiar de la que proviene. Es aquí donde entra en juego el genograma como recurso, ya que nos abre la posibilidad de incorporar en las entrevistas con nuestros usuarios, una forma diferente de exponer sus creencias, historias, lecturas y significados. El genograma es una herramienta que nos permite reunir, ordenar y dibujar de forma muy clara y gráfica un árbol familiar de mínimo tres generaciones, incluyendo tanto los miembros como sus relaciones, constituyendo así una rica fuente de hipótesis sobre como un problema determinado puede estar relacionado o condicionar el contexto familiar (McGoldrick & Gerson, 1993). La elaboración del genograma y su evaluación es un proceso continuo, en el que no hay que renunciar a considerar las condiciones individuales de los miembros del grupo familiar, pero lo que nos interesa especialmente es observar y analizar cómo las condiciones individuales se entrecruzan con las de los demás miembros del sistema familiar y de ellas deriva una interacción mutua (López & Escudero, 2003).