Desde hace algunos años estamos asistiendo al desmantelamiento de un maltrecho Estado del Bienestar. La emergencia de las problemáticas sociales agravadas por la situación de crisis estructural que está atravesando el país, unido a las políticas de reajuste presupuestario que está sufriendo el Estado del Bienestar, que han limitado la capacidad de atender las necesidades sociales; dan como resultado un contexto en el que la gestión por parte del Tercer Sector de Acción Social está ganando mayor protagonismo.
El TSAS tiene una doble funcionalidad: una función asistencial provisora o prestadora de servicios, y una función expresiva y reivindicadora de derechos. El Tercer Sector a menudo es concebido como la continuidad de las formas de caridad, filantropía y antigua beneficencia, con la función de cubrir las necesidades que no protegen otros sectores. Ante el actual panorama de los servicios sociales se abre el debate acerca de la existencia o no de un equilibrio en las funciones del TSAS.