El uso principal de, la algarroba, era, hasta hace apenas 50 cincuenta años, el de alimento para el ganado. Su aportación al sostenimiento de explotaciones agrícolas pequeñas y medianas en la época anterior a la mecanización masiva, está fuera de duda. Sin embargo, tras un largo proceso de decadencia desde los años cincuenta, el fruto y la semilla del algarrobo se revalorizaron como materia prima para la obtención de aditivos alimentarios como la goma de garrofín o E-410 según el Codex Alimentarius de la FAO y la OMS. Baleares, que históricamente fue una de las principales regiones productoras de algarrobas a nivel mundial, ha sido también desde los años 30 treinta del pasado siglo una adelantada en los procesos industriales de transformación de dicho fruto. Las empresas mallorquinas protagonizaron tempranamente un proceso de concentración productiva que favoreció la investigación y la innovación así como claros intentos de cartelizar el sector. En la actualidad su presencia en los mercados internacionales sigue siendo relevante.