[spa] Los beneficios de la lactancia materna (LM), tanto para la madre como para el lactante, son
ampliamente reconocidos. De sobra está demostrado que la leche materna es el mejor
alimento para el recién nacido en sus primeros meses de vida. La OMS recomienda la lactancia
materna exclusiva hasta los 6 meses, y con alimentación complementaria hasta los dos años o
más. Pero existe una relación directa entre la dieta de la madre y la composición de la leche
materna y, a su vez, entre ésta y la salud de su descendencia. Por lo tanto, la leche no está
libre de contener las sustancias nocivas que lleguen al organismo de la madre a través de los
alimentos.
Entre las recomendaciones nutricionales durante la lactancia se encuentra el aporte de ácidos
grasos omega-3, en especial el ácido docosahexaenoico (DHA), imprescindible para el correcto
desarrollo del sistema nervioso. Una de las principales fuentes de DHA es el pescado,
principalmente los pescados grasos como el atún, el salmón o la caballa. El problema es que
con frecuencia se encuentran en estos pescados altas concentraciones de metales pesados,
que pasan a la leche materna, y de ella al lactante, con sus consecuentes efectos adversos. Los
metales pesados que se pueden encontrar en el pescado son mercurio, cadmio, plomo, estaño
y arsénico, entre otros. Los recién nacidos son especialmente sensibles al efecto neurotóxico
de estos metales pesados, ya que su sistema nervioso está en pleno desarrollo, pudiendo tener
consecuencias a nivel motor, cognitivo o comportamental.
En el presente estudio se van a comparar las concentraciones de metales pesados presentes
en la leche materna de un grupo de madres lactantes que siguen una dieta mediterránea
genérica (2 raciones de pescado semanales) con las de otro grupo que siguen una dieta rica en
pescado (4 raciones semanales). Se realizará un seguimiento semanal del consumo de pescado
y un análisis, también semanal, del contenido de metales pesados en su leche, durante los 6
primeros meses de lactancia.