[spa] A principios de los noventa se anunció el fin de la historia y el de la geografía. En el caso de la geografía se vinculaba a la financiaricación de la economía y al despliegue de las nuevas tecnologías de la información y comunicación. Ese supuesto fin de la geografía se desdice con con el deterioro ecológico y la polarización social crecientes, así como con las lógicas expansivas de las transnacionales y los estados imperialistas. Los EE.UU. ostentan la hegemonía de esta etapa del capitalismo en base al denominado Régimen Dólar Wall Street, paradigma de acumulación por expansión de la esfera financiera. El dinero (legal, bancario y financiero) se ha consolidado como un potente instrumento de control y dominio socioterritorial. Éste es ostentado por los espacios centrales, sus corporaciones y sus élites. Mientras, los territorios periféricos del capitalismo global alimentan el déficit físico de los países centrales, a pesar de ser señalados como países endeudados. La explosión de la burbuja inmobiliaria y financiera ha evidenciado las conexiones entre la expansión financiera y el deterioro socioterritorial. Así pues, se puede afirmar que la geografía no ha muerto, y además que la geografía importa.