[spa] Las educadoras sociales encaramos día a día procesos de exclusión social
diversos, individuales e intransferibles (Hernandez, 2008; Tezanos, 1999). Cada
uno de ellos da lugar a que, como profesionales, nos encontremos ante
personas que, sin desearlo, se hallen en momentos de sufrimiento (Butler,
2006), con una identidad deteriorada (Goffman, 2019) y su vínculo con lo
social se caracterice por el deterioro o la ausencia (Castel, 1995), entre otros.
Los procesos de exclusión social no los podemos catalogar como
monofactoriales o unidimensionales, son, como nos anuncia Tezanos (1999)
procesos de alta complejidad en los que influyen una multitud de factores y
abarcan diversas dimensiones de la vida de la persona. He aquí, que la
interseccionalidad (Crenshaw, 1991) nos permite dar luz a la complejidad de
la exclusión social en cuanto a su multifactorialidad y multidimensionalidad.
La interseccionalidad nos permite comprender la dualidad de poderes y crear
ciertos croquis ante nuestro encargo social de acortar la distancia entre la
persona y lo social, así como conceptualizar que se trata de un fenómeno
impredecible, contextual y del que la persona requiere de los otros para su
superación, que no dependencia.
A partir de esta realidad, teniendo presente la complejidad de la exclusión
social y nuestro encargo social, a las profesionales de la educación social se
nos brinda la oportunidad de crear estrategias afines a cada uno de los
procesos que acompañamos. Así mismo, a medida que las diseñamos e
implementamos debemos tener presente la importancia de que no se trata,
únicamente, de trabajar en dirección hacia lo social y que la persona forme parte de la comunidad, sino que ésta debe participar de la comunidad para
que la pertenencia sea completa (Laforgue, Sabariego, Ruiz & Cano-Hila,
2022). Por este motivo, las propuestas de acción deben sostenerse sobre tres
ejes: el vínculo, la identidad y el cuidado de sí. Estos tres ejes sobre los que
intervenir de manera transversal en nuestra acción socioeducativa se ven
reflejados en las acciones que realizamos mediados por la relación con la
persona. Apostar por intervenciones que interpelen a la persona, así como
que la vinculen a la comunidad son acciones que las educadoras sociales
ejercemos a diario a partir del contexto de la persona. Nuestra falta, aparente,
de currículum nos permite hacer uso del cuidado de sí como medio y fin para
encarar los procesos de exclusión social, por y para la autonomía y
autodeterminación de la persona.